Reportaje escrito por Albert Ferrer en Diario de Ibiza sobre el rodaje de ‘El hijo del taxidermista’. Aquí puedes leer la traducción del catalán:
«Siete años después de su último cortometraje de ficción pura y dura, Enrique Villalonga remata estos días su próximo trabajo, donde explora el terror “intelectual”, como dice el director, que también tiene su dosis de un humor negro y crudo. En un par de fines de semana realizaron el rodaje y ahora sólo falta darle la forma definitiva con el doblaje de las voces y el montaje final.
La cámara, en este nuevo trabajo, somos nosotros, el espectador, y tenemos un papel en el cortometraje: “Es la historia de un hijo, al que nunca vemos la cara, que vuelve a su casa después de estar en prisión”. Gracias a lo que se denomina ‘cámara subjetiva’, vemos como se va encontrando con los otros personajes. Como su padre (Juanjo Torres), que es el protagonista delante del objetivo, y el resto de los actores que servirán para explicar porque el hijo ha estado cumpliendo condena y que pasa en esa familia. “Casi todo el rato es un monólogo de Juanjo contado a la cámara subjetiva”. Y para hacerlo todavía más complicado para el reparto, Villalonga se ha decantado por planos secuencia, que obligan al actor a esforzarse en escenas más largas donde la carga dramática recae mucho más sobre sus espaldas. Es la forma más fiel de reproducir este tipo de monólogos que son las conversaciones con el hijo, el espectador. “Sólo cambia el plano cuando cambiamos de escenario, pero hay un plano en el dormitorio que dura cinco minutos y medio, sin cortes”, que es el momento de máxima dificultad para su protagonista. “En total son seis secuencias”, resume el realizador después de hacer un rápido recuento mental.
Lo más difícil a la hora de hacer el montaje final, admite el realizador, será escoger la toma buena. Por esto, para no grabar el más complicado cuando todo el equipo está cansado, el rodaje comenzó por el más difícil, el plano secuencia largo del taxidermista. “Hay mucho texto, muchos cambios emocionales en el personaje… Hicimos 17 tomas”, un esfuerzo que implicó ponerse a grabar a las nueve de la mañana y acabar “a las tres de la madrugada”. Pero “es la escena que ha quedado mejor y por este motivo aprovechamos cuando estábamos más frescos para conseguirla.” De otra escena, más corta, de unos tres minutos, se hicieron 22 tomas hasta llegar a la buena. Y así todo el fin de semana. A cambio, el equipo pudo degustar dos de las sabrosísimas recetas de Villalonga: “Han comido de puta madre”, enfatiza. Es lo que pasa “en un rodaje sin presupuesto”, por lo que todo sale de los implicados, recalca el director, aunque algunos en el equipo han cobrado.
“Si tengo que destacar algo es la interpretación del actor” asegura el director. De hecho, escribió el guión “pensando en él aunque él no lo sabía, quería que fuera Juanjo porque es un actor muy visceral”. Además, Villalonga buscaba un protagonista que no tuviera miedo de ponerse en la piel de un personaje muy desagradable, su taxidermista, “que lo es”. Pero las alabanzas se extiendes hacia los tres actores que intervienen, a los que el director agradece su profesionalidad y su “valentía, porque es un trabajo muy difícil de hacer y que no le gustara a todo el mundo, es un proyecto muy radical”.
El cortometraje está ambientado en una casa de un pueblo indefinido, en blanco y negro para dar sensación de atemporalidad, dentro de una atmósfera claustrofóbica. Aunque el director no quiere desvelar la trama, si que avanza que trata de explicar como “los inocentes pagan por las culpas de los otros”, es el leit motiv que se va repitiendo en los monólogos del padre y en los hechos que revive del pasado. “Uno acaba siendo peor que los otros y al final se pierde el origen de todo este mal”. El director ha encontrado este caserón opresivo en la propia casa familiar de los Villalonga en Dalt Vila, donde han tenido que retocar ciertas cosas para recrear el ambiente decadente necesario para la producción. Muchos los ha ido consiguiendo el propio Villalonga en los últimos meses, como una escalofriante liebre disecada vestida como un cazador, con su gorrita, una pequeña escopeta y unos ojos que hacer rechinar los dientes al mirarla, según dicen, un animal “estrambótico” que le sugirió “una parte de una escena y la integré en el guión”. Todo conseguido “por internet”.
Como son piezas, generalmente, “muy caras”, buscó las que tuvieran algún defecto y así conseguirlas más baratas. “Con la cámara puedes trucarlo”, escondiendo lo que está estropeado. Así, en las imágenes veremos una cabeza de jabalí, un ciervo, un faisán… “Hay gente más friki que los personajes de la película”, es la conclusión que extrae Villalonga de sus búsquedas cibernéticas por el mundo de los taxidermistas. Para el resto de atrezzo y vestuario se ha contado con lo que había disponible o se ha buscado por la red para completarlo y el equipo de grabación ha sido el que ya tenía. “Hay un trabajo de dirección artística muy importante, porque el espacio era muy diferente al que se verá en la pantalla, hay una ambientación muy grande”, o buscando algún objeto muy concreto para redondear una escena, que es “una carencia muy importante” según Villalonga en muchos cortometrajes, esta falta de atención a la dirección artística, que “ayuda mucho a generar una atmósfera determinada”. Cada encuadre se ha cuidado para que nada haga que la tensión dramática se disperse en los objetos ni que nada rompa la coherencia del relato y de los propios personajes. “Es muy teatral”, dice Villalonga, que admite que su cortometraje será “duro, grotesco y de un humor soterrado”. Para esto, precisamente, lo más complicado de toda la idea ha sido encontrar el tono, sin pasarse ni dejarse llevar por gestos que harían decaer la intensidad de la historia. “Hay momentos en los que una decisión puede decantar el relato hacia un sitio o hacia otro, si caes en el ridículo, que puede ser muy fácil, condicionas al espectador en lo demás. El tono general es serio, pero con un pequeño toque, muy pequeño, de humor”. La propia historia ha ido cambiando forzada por la disponibilidad presupuestaria (nula): “No puedes hacer lo que quieres sino lo que puedes, pero te adaptas y puede salir una cosa interesante”, reflexiona.
Del guión ha habido un par de versiones. De la primera versión se hicieron algunos cambios en la estructura después de hablar con Juan (Marí Susierra, productor y co-director artístico) y de allí, al rodaje. El resultado final, una vez esté montado, será “un film de terror `psicológico’ que durará unos 18 minutos”. La primera parte del rodaje se filmó en Dalt Vila en un intenso fin de semana, pero la segunda, en exteriores, para la cual tenían que encender una fogata, se tuvo que aplazar por culpa del viento alguna semana más de la prevista. “Es la escena con la que acabará el rodaje”. En esta parte del trabajo, lo que cuenta es la idea que tiene el director en la cabeza, y aunque algunas aportaciones pueden parecer mejorarla, tampoco se tiene que ceder a ellas, porque si no, acaba siendo otra película. Por este motivo, Villalonga dice que le ha tocado el papel de “inflexible”. También ha habido aportaciones que, cuando se pase del guión al rodaje, han solucionado problemas, como por ejemplo, cuando Juanjo Torres ofrece un trozo de embutido a su hijo (el espectador), que se hizo así por sugerencia del actor ya que la idea original “no funcionaba”. Un gesto tan sencillo “deja más clara la relación que tienen padre e hijo”, asegura el director. El actor protagonista recibió un guión diferente al del resto del equipo. Su copia tenía anotaciones “emotivas” del director, para orientarlo haca donde quería que llevase su interpretación. Y lo ha “bordado”. ¿Hasta cuando dura un rodaje así? “Hasta que la siguiente toma no será mejor que la anterior”, ya sea por cansancio, por falta de concentración o porque se han agotado las posibilidades.
Además de Torres, Ana Linero le acompaña en el papel de la madre, Joan Josep Guasch es el abuelo, Marí Susierra y Julio Arche y Àngels Martínez hacen de habitantes del pueblo. Villalonga ha compartido el trabajo de producción con Susierra y Arche, que se ocupa de la fotografía y la cámara. Nieves Donoso ha sido la script, a cargo de la continuidad en el rodaje, Yolanda Rosado es la maquilladora y peluquera y del casting se ha ocupado Martínez. Una vez acabado el rodaje se doblará el sonido de las voces y del ambiente. Si se hubiese utilizado el sonido directo, se habría complicado mucho el rodaje. “Habrían hecho falta 50 tomas”, dice el director, y además, la posibilidad de editar los diálogos en el estudio permite jugar con elementos como la dicción sin la limitación de una única pista de audio grabada, con la única complicación de cuadrar imagen y voz. Después se le añadirán otros sonidos, como el de una tormenta que el director grabó hace unos días en su casa: “Me pasé una hora con los auriculares puestos y el DAT (Digital Audio Tape), casi me quedo dormido escuchando el uoooo monótono del viento”, para el Foley (todos los sonidos añadidos) para el cortometraje.
Una vez acabado, Villalonga tratará de llevar su cortometraje a los festivales “por si pasa alguna cosa”, pero siendo “realistas”, el director lo ve complicado y cree que quedará “como un buen trabajo, una experiencia que puede ayudar a promocionar a los actores y a la productora”, aunque espera alguna cosa más. De ninguna forma se podría estirar hasta ser “una película”, porque la concepción habría sido muy diferente, asegura. “Necesito mejorar y la forma es trabajando, no hay más discusión”, y esto ha sido principalmente ‘El hijo del taxidermista’ .Con suerte, esta oscura tarjeta de presentación le ayudará para encontrar financiación para otros proyectos que ya tiene en la cabeza. “Tienes que dar estos pasos, si no haces nada, no sucederá nada”, reflexiona. Del cortometraje dice que será “sorprendente”, aunque no le gustará a todo el mundo “por las cosas que se dicen y como se dicen. A mucha gente le parecerá mucho más que grotesco porque no nos hemos censurado nada”, que es la libertad que da un formato alejado de las servidumbres del cine comercial.»
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